Estuve leyendo un artículo referente a la celebración del día de la mujer el 8 de marzo. Inevitablemente, vino a mi mente un recuerdo que poco a poco se va haciendo lejano.
Cuando cursaba el cuarto año de escuela superior, un grupo de amigas y yo nos presentamos donde un maestro para pedirle que nos felicitara porque era el día de la mujer. Su respuesta estaba lejos de lo que esperábamos.
Nos dijo que él no tenía por qué felicitarnos por el sólo hecho de ser mujer. Hecho en el cual no tuvimos nada que ver, pues fue dado por la biología. Nos preguntó entonces, qué habíamos hecho para merecer esa felicitación.
Su lección era sencilla. La felicitación estaba sujeta a la cosecha de los frutos de nuestro esfuerzo.
Así que para todas esas mujeres fabulosas que cada día entregan su esfuerzo por sí mismas, por los suyos y por su trabajo, felicidades. Porque en cada una de sus acciones está su contribución para que cada día seamos un poquito mejor.
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